La Abuela en el Gimnasio
Estaba en el gimnasio cuando veo a una
Sra de más de 60 años intentando hacer ejercicio, retrocedo un poco pensando
que en el próximo movimiento se le partirá un hueso.
Y también
Tengo que retroceder en la historia y
poner más en contexto la situación. Estaba en un pésimo gimnasio que no voy a
decir el nombre pero está en Parque Central en sótano 1 y se llama Milenium, es
fácil de encontrar.
Y este gimnasio es pésimo por muchas razones,
pero voy a enfocarme en el entrenador, que es lo que puede unir la historia con
la abuela.
El asunto es que sólo hay un (1)
entrenador en ese gimnasio y claramente el tipo no se da abasto, pero sumale
esto a una actitud totalmente displicente por parte de este entrenador y
tenemos un condimento perfecto para que una Sra de esa edad, se vaya
decepcionada de todo lo que tenga que ver con hacer ejercicios.
Claro el entrenador también va al baño,
come o lo que sea que haya pasado, que haya generado su ausencia en ese
momento, no se le puede culpar de eso.
Pero sí tú eres un buen entrenador al
menos dejas un serie de ejercicio que pueda hacer esa persona que entrenas y de
esta forma no la dejas mirando para los lados.
Y en este punto es donde quería
llegar...estaba está abuela sola, visiblemente molesta, miraba a lo lejos haber
sí José el entrenador volvía y nada.
En algún punto me vi tentado a ayudarla, a
darle un par de ejercicios que le permitiera seguir con su rutina.
Pero está vez sólo quería ser observador.
El Ayudòn
En el mismo gimnasio había un tipo que
estaba ayudando a todo el mundo, realmente se mostrada muy receptivo a
cualquier pregunta que le hicieran, estoy seguro que sí la Abuela le hubiese
preguntado algo, el gustosamente le hubiese ayudado o no.
La sensación final que me quedó es que sí
la Sra fuese al menos 30 años más joven seguramente hubiese recibido ayuda.
Esa
misma persona que estaba ayudando a entrenar a otras, inmediatamente se dedicó
a una sola persona sin que está le preguntara y la razón es muy simple, un par
de siliconas hacen la diferencia.
Luego de algunos minutos en los que la
Sra no sabía qué hacer, con amargura decidió irse.
La moraleja de esta historia es que, el gimnasio Milinium de
parque central, Caracas es malo.
Los hombres preferimos entrenar a mujeres
jóvenes y buenas, a Sra viejas y no buenas.
Y yo, yo en retrospectiva pienso que debí
haberla ayudado a continuar su rutina de ejercicio, a pesar de que entreno de
forma muy diferente a lo habitual, sí pude marcarle algunos ejercicios básicos
que al menos ese día no se decepcionara de las cosas que pasan en un gimnasio.
Yo aprendí mi lección.
Imagen Referencial
http://www.tomateunbreak.com/edad-solo-un-numero/
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